
A ver.
Ayer salí de casa con el cargador de la batería encima, por si acaso me dejaba tirada. Y yo que iba para el culto tan feliz, tuve que hacer mi primera parada en un bar, en El Portalón, y ella, como es amiga mía, que estudió costura conmigo de pequeña, me dijo: "Bueno, Irene, te la voy a cargar". Y yo, confiada en mí, me fui para el culto. Y bajando para la gasolinera de Cazoña me volví a quedar sin batería, y por eso soy precavida, es una cuesta, y por eso soy lista y me llevo el cargador encima. Y me quedé otra vez sin batería, y digo: "¿Qué hago ahora?", y menos mal que vi a mi vecina y me pudieron bajar para el cubil, y puse la silla a cargar, y luego, del cubil, fui a Pinturas Tenysol, en La Albericia, y me pusieron a cargar la silla otra vez, y allí fueron dos veces, porque salí por la puerta y otra vez me pitaba. Y otra vez volví a entrar y me volvieron a poner. Y luego ya, en la hora que cerraron me dijeron de ir a otro lado, y me quedé sin ir al culto.
Y luego fui a dar al Alisal, y conocí a un argentino y todo, Jorge, y estaban soldando máquinas para barcos, de esas que quitan arena, y ha habido ya muchos accidentes allí, en la fábrica esa, por soldar sin gafas, y a otro se le cayó una pieza muy grande y se quedó sin pie, esto es lo que me contaron. Y luego al subir a casa fui al bar La Plaza y como no podía me colé en el fisioterapia, y le dije: "¿Me puedes hacer un favor?", y ella: "¿Cuál?", y yo le dije: "Por favor, ¿Tendría un enchufe cerca?", y ella me dijo: "Sí, espera un poquitín que ahora vengo", y fue y vino y llamó a un compañero, Mariano, más majo, y entre los dos me metieron para adentro y me pusieron la silla a cargar, y estuve allí hablando un rato con ellos, y había una cosa para estirarte el cuello con unas pesas, y me quedé allí hasta que Mariano llamó a Casa Matías para que fueran a buscarme , y fue Alicia y me buscó, fue a buscarme con la furgoneta, y luego pasó lo que pasó, lo de la pastilla, que la enfermera no me dijo a qué hora la tengo que tomar, y hasta que ella no diga no la puedo tomar.
Y hasta la silla me está avisando, que hasta aquí hemos llegado, y tiene razón. Pero hay que pasarlo.
Hasta otra, fans. Espero que no os pase nunca esto.
Irene
Ayer salí de casa con el cargador de la batería encima, por si acaso me dejaba tirada. Y yo que iba para el culto tan feliz, tuve que hacer mi primera parada en un bar, en El Portalón, y ella, como es amiga mía, que estudió costura conmigo de pequeña, me dijo: "Bueno, Irene, te la voy a cargar". Y yo, confiada en mí, me fui para el culto. Y bajando para la gasolinera de Cazoña me volví a quedar sin batería, y por eso soy precavida, es una cuesta, y por eso soy lista y me llevo el cargador encima. Y me quedé otra vez sin batería, y digo: "¿Qué hago ahora?", y menos mal que vi a mi vecina y me pudieron bajar para el cubil, y puse la silla a cargar, y luego, del cubil, fui a Pinturas Tenysol, en La Albericia, y me pusieron a cargar la silla otra vez, y allí fueron dos veces, porque salí por la puerta y otra vez me pitaba. Y otra vez volví a entrar y me volvieron a poner. Y luego ya, en la hora que cerraron me dijeron de ir a otro lado, y me quedé sin ir al culto.
Y luego fui a dar al Alisal, y conocí a un argentino y todo, Jorge, y estaban soldando máquinas para barcos, de esas que quitan arena, y ha habido ya muchos accidentes allí, en la fábrica esa, por soldar sin gafas, y a otro se le cayó una pieza muy grande y se quedó sin pie, esto es lo que me contaron. Y luego al subir a casa fui al bar La Plaza y como no podía me colé en el fisioterapia, y le dije: "¿Me puedes hacer un favor?", y ella: "¿Cuál?", y yo le dije: "Por favor, ¿Tendría un enchufe cerca?", y ella me dijo: "Sí, espera un poquitín que ahora vengo", y fue y vino y llamó a un compañero, Mariano, más majo, y entre los dos me metieron para adentro y me pusieron la silla a cargar, y estuve allí hablando un rato con ellos, y había una cosa para estirarte el cuello con unas pesas, y me quedé allí hasta que Mariano llamó a Casa Matías para que fueran a buscarme , y fue Alicia y me buscó, fue a buscarme con la furgoneta, y luego pasó lo que pasó, lo de la pastilla, que la enfermera no me dijo a qué hora la tengo que tomar, y hasta que ella no diga no la puedo tomar.
Y hasta la silla me está avisando, que hasta aquí hemos llegado, y tiene razón. Pero hay que pasarlo.
Hasta otra, fans. Espero que no os pase nunca esto.
Irene
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