lunes, 7 de febrero de 2011

Las esposas

Yo cuando vivía en Treto, en la Casa Cuartel de la Guardia Civil, mi padre tenía un manojo de esposas y solía dejarlas en casa colgadas en la pared. Yo, como no sabía para qué servían, le pregunté para qué servían y me lo explicó.

Me dijo que con esas esposas cuando él iba a llevar presos en los trenes se las ponían en las muñecas de las manos para que no se escaparían, llevaba presos a Palencia o a Burgos. Y las esposas las dejaba en casa, a mí me hacía ilusión verlas hasta que un día que no estaba mi padre en casa las cojo y me las puse en las manos y cerré el seguro, pero luego no podía quitármelas y me puse a llorar. Estuve toda una mañana con ellas puestas porque no podía quitarlas, estuve con ellas puestas hasta que vino mi padre, que tenía las llaves y me las quitó con una llave que tenía él. Cuando me vio con ellas puestas me riñó, me dijo que no se cogían esas cosas.

Pero a mi me hacía ilusión y me gustaba ponerlas, luego no me las puse más.

Lorenzo.

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