jueves, 8 de mayo de 2008

El bautizo de mi sobrino


Hola lectores: El domingo voy a tener una bonita experiencia en mi vida, voy a ser la madrina del primer hijo de mi hermano Juanjo. Estoy muy contenta, será mi ahijado. Se llamará y se llama Alejandro. Me siento muy feliz, estoy en una sociedad que me permiten hacer miles de cosas, como por ejemplo: un buen sacerdote que me considera una persona igual a las demás personas teniendo una discapacidad o tener un tutor o no, lo más importante es que me traten igual como al resto de las personas, eso vale mucho. Por eso me siento bien y me quedo muy satifecha.

Antes de nacer mi sobrino me dijo mi hermano que iba hacer todo lo hiciera falta porque quería que fuera yo. Le dije que no se hiciera ilusiones porque era imposible. A mí me daba pena de mi hermano porque iba a llevar un chasco. Pero un domingo vinieron a comer a casa, nos sentamos a comer, me dijo que ayer estuvieron hablando con el sacerdote, le explicaron mi situación y dijo el sacerdote que era una persona igual, aunque tuviera una minusvalía. Dijo mi hermano, "ya pero tiene un tutor que es mi madre", y le dijo el sacerdote: "Tu hermana puede ser madrina de ese niño perfectamente".

Cuando me lo dijeron en la mesa, mientras que comíamos no pude contener mi emoción, mis lágrimas de alegría, al verme mi hermano, mi cuñada y mi madre se emocionaron al verme muy emocionada, me produjo un emoción bastante buena y feliz... Pero, despué se me iba quitando, volvi a la normalidad. Le hice muchas preguntas ¿Pero si el sacerdote se echa para atrás?, ¿Pero si el juez se entera?, Le puede echa una multa por dejarme ser la madrina teniendo un tutor... Pero me dijeron: "¡Para, para, para, no digas esas cosas!, ¡tranquila, estáte tranquila!". Se me fueron volando aquellos pensamientos tan negativos, ahora estoy muy bien, tranquila, emocionada. Quiero que salga todo bien, le he regalado como madrina una cadena de oro con una medalla de oro con una imagen de Jesús de oro.

El domingo dia 4 de mayo fui la madrina de mi sobrino Alejandro. Fue muy emocionante. Primero entramos a la capilla a bautizarle, fuimos los padres del niño y los padrinos delante del todo en una fuente hermosa, los familiares también se sentaron atrás, les dedicamos unas palabras con el sacerdote y nosotros las repetimos, le bautizamos, algo lloró, porque estaba despierto.

Me senté con los padres junto con el niño y el padrino. Fue una misa preciosa, fui a colmugar. Dijo el sacerdote: "¿Alguien quiere dedicarle a Alejandro unas palabras?". Nadie se atrevió, fui la única. Me relajé, hablé alto, despacio y claro. "Yo señor, yo te pido que quiero que Alejandro que tenga un buen futuro y un buen destino, que no le pase nada malo". Me di cuenta que habia emocionado a toda la familia, hasta al sacerdote. Me salió muy adentro, de mi corazón y de mi alma, para ese cielo de niño que es muy bueno y muy guapo, quiero todo lo mejor para mi sobrino y ahijado. Mi madre me felicitó, no se lo esperaba pero a los padres de mi cuñada les gustó muchisimo y me felicitaron, como los padres de Alejandro, no queríamos echar las lágrimas. Después, en la calle, me hice una foto en la iglesia con el niño yo sola, sentada en las escaleras de la iglesia, que modernidad de foto, a ver si sale bien esa foto.


Después fuimos a comer a un restaurante, comimos muy bien. El camarero me preparó un postre especial para mi, me dio algo de verguenza, no me quise poneme roja. El postre era "Croquetas de chocolate". Me decía el padrino, Fernando: "Ya verás Beatriz, están riquísimas, que cosa más rica". También me lo decía su madre. Cuando me las trajo les ofrecí una, me dijo su madre "Gracias", me dijeron los demas: "Para ti, si no te vas a quedar sin ninguna".

Después nos fuimos a tomar algo a un pub, cerca de allí, le dimos el bibe a Alejandro. Mis otros sobrinos Alvaro y Javier estaba jugando al billar con los sobrinos de mi cuñada Jorge y Laura, después nos fuimos a tomar algo a otro bar, hablé mucho con la gente, le di un gran abrazo a mi hermano Juanjo y un besazo muy fuerte de agradecimiento, y a mi cuñada por hacer todo lo posible para que fuera la madrina de su primer hijo, que era complicado al tener de tutor a mi madre y el juez me dio la incapacidad, le agradezco mucho al sacerdote el confiar en mi. El no le dio importancia teniendo o no o la incapacidad, lo que ha valorado es mi persona, que soy una mujer normal, soy igual a las otras demás personas, estoy viviendo en una sociedad igual como todo el mundo, que tenemos que luchar cada día para demostrar que somos capaces de hacer todo: despacio o desprisa, lo más importante es que sabemos hacer como otras personas, porque me he sentido igual que todo el mundo y eso debería de serlo para todos, para otros actos, por ejemplo para ir a votar...

Eso, quería compartir esto con todos vosotros, un saludo de

Beatriz.

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