jueves, 5 de septiembre de 2013

La aventura del sandwich vegetal

Irene en el ascensor
Queridos fans:

Hoy, tal día 5, ayer nació mi hija. Y hoy nació otra compañera mía de casa, y hoy, precisamente, si no es por la mañana, es por la tarde, me voy a quitar el antojo del sandwich, que llevo toda la noche soñando con un sándwich vegetal, de esos que se les cae la mayonesa así, por los costados, que tienes que estar atenta para no mancharte. Y una cerveza me voy a tomar. Sin alcohol, claro. Tengo hasta la tarjeta del autobús, por si acaso venimos por Santander. Y mira qué guapa estoy, y eso que no me he pintado, ¿Eh?, y que a ver si es verdad que puedo ir a tomarlo, ahí atrás, en el bar de la Ponderosa, detrás del centro de día. Y un Bitter Kas. Ya os contaré cuando venga.

Y el verano, demasiado. Me fui a Oviedo. A Avilés. Lo chungo, la casa, que estaba muy mal, porque no estaba el baño adaptado. Y por ahí todo el día tumbada en el sofá, y a la cama. Me pusieron la televisión porque estaba yo. Y la vi, la película de La Biblia, y yo era la marchosa de la casa. Fui al Parque Astur y me comí una hamburguesa, me invitó mi hermano y Chema, y me trajeron a casa. Eso sí, la cama no veas la cama, que como eran literas, tenía el colchón muy duro, y les dije, eso sí, "Me cambiáis de cama", y me bañaban así, por encima. Menos mal que la cabeza la llevaba limpia, pues fui cuatro días, cinco días, de miércoles a lunes.

Y ya está, como os he dicho, que estoy todo el día con antojo, que hoy no me voy para Casa Matías sin comer un sandwich vegetal. Patatín, patatán, mañana os contaré. Y por Picos de Europa está fatal, porque hay escalones, pero aquí en la Ponderosa no. Chao, colegas. Hasta otra. Gracias por leerme, patatín, patatán. Irene

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